Установление соответствия

Su vida llena de peripecias estaba marcada por la rebeldía desde el nacimiento. Chéjov, nieto de un siervo que compró su libertad, hijo de tendero, tercero de seis hermanos, se convirtió en el cabeza de familia, estudió medicina para acabar practicándola de manera casi gratuita y empezó a ganarse la vida escribiendo por encargo y sin sentirse parte del universo literario. Tuvo una clara conciencia de que el escritor que ha nacido en la miseria ha de ganarse la libertad a pulso.

El héroe chejoviano está lleno de buenas intenciones que se ven frustradas por la torpeza, la inactividad o el destino. Es posible que esa pereza y falta de inspiración que condena a sus personajes a un destino no deseado fuera la manera en que él, que tanto hizo por transformar su vida, veía a la burguesía rusa: cultos pero ensimismados en una autocrítica estéril. Chéjov no tiene voluntad de explicar el mundo, sino que quería presentar a los que conocía perfectamente.

El escritor Vasili Grossman hablaba de la democracia de Chéjov. Se refería a la aspiración de aquel nieto de esclavo por vivir en un país renovado, libre, más justo y laborioso. Y de sus ideas humanistas cuando decía: "Lo más sagrado es, para mí, el ser humano, la salud, la inteligencia, el talento, la inspiración, el amor y la más absoluta libertad, en cualquiera de sus formas. Este es el programa que me gustaría seguir si fuera un gran artista". Y sin ninguna duda, lo fue.

León Tolstoy se metió de lleno en la alta sociedad aristocrática moscovita, a la que en sus diarios prometió reformar. Estuvo en contacto con los cosacos, que se convertirían en los protagonistas de sus mejores novelas cortas. Interesado en la pedagogía, viajó por Inglaterra y Alemania, donde estudió los modernos métodos didácticos, que aplicó a su escuela modelo. Pero su peligrosa novedad, junto a los ataques del escritor contra la censura, despertó las iras del gobierno ruso.

Rusia no irrumpe en el mapa de la literatura europea hasta el siglo XIX, pero lo hace con una fuerza inusitada. Las atormentadas obras de sus grandes escritores (Pushkin, Dostoevski, Tolstoy) reflejan la complejidad de una sociedad sometida al despótico y represor gobierno de los zares y marcada por la miseria de sus campesinos, entregados como siervos a la nobleza. Pero nadie niega hoy haber dado a la imprenta una obra literaria inmensa, una de las mayores de todos los tiempos.

Los primeros años tras la llegada de los bolcheviques al poder en 1917 fueron turbulentos y el panorama cultural cambió de manera muy activa en Rusia. Salieron a primera plana nuevas fuerzas sociales liberadas tras el derrocamiento de la autocracia y surgieron múltiples grupos literarios opositores. Esto fue el único periodo revolucionario en el arte. La lucha se desplegó entre los que pertenecían a la tradición del realismo del siglo XIX y los que promulgaban una nueva cultura.

Dostoievski sentía un inmenso interés por el hombre de su tiempo. Por eso sus obras no abordan temas históricos sino actuales. Y su realismo no se detuvo ante lo más oscuro del espíritu humano sino, por el contrario, penetró colocando a los héroes en las situaciones más extremas, rastreando sus conflictos, la realidad de los lujosos salones y las ilusiones irreductibles, furiosos tormentos del asendereado corazón humano y sus motivaciones más profundas.