Según la narradora, lo que más le importa a su señora es …
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El saludo
Ha sido una gran función la de esta noche, los espectadores aplauden de pie y esperan el saludo de
En todos estos años que estuve a su servicio, nadie obtuvo de mí un sólo comentario que pudiera afectarla. Al contrario, muchas veces callé para ocultar o disimular las situaciones embarazosas. “Esta mosquita muerta lo ve todo, lo sabe todo”, suele decir mi patrona. Y es así, realmente: he visto cosas por las que pagarían buen dinero esas revistas de chismes en las que a veces sale la foto de la señora, acompañada por algún caballero de turno.
Sólo yo sé que esto poco tiene que ver con ella
Se permite una sonrisa, un ademán gracioso, pero el público es tirano, exige otro saludo. Es entonces cuando
No quiero llevar agua al molino de sus enemigos, Dios no lo permita. Pero hay que reconocer que no siempre es cortés: la he visto empujar al primer actor, he visto cómo “tapaba” a la dama joven, poniéndose delante de ella, como distraída. No, así no saludan los grandes del teatro, ellos saludan muy sobrios, con dignidad. Pero yo no puedo juzgarla. En estos años la vi luchar por el aplauso, firmar contratos abusivos, soportar a los productores ignorantes, sólo para obtener ese premio que necesita como el aire.
Porque después de meses de ensayo, de sufrir frente al espejo, de aprender un texto que en realidad detesta, ella va a salir a saludar al público y la van a aplaudir. Y eso es lo único que le importa. Lástima que hoy no será así. Lástima su mal trato, la fea costumbre de insultarme. Aunque yo se lo había perdonado todo, en verdad, porque yo la admiraba, igual que esa gente que ahora suplica su presencia en el escenario, esas mujeres y esos hombres de pie, ansiosos, impacientes por ver a
No, eso estuvo mal. Si me puse el vestido de marquesa, el que ella usa en la obra, fue sólo para imitarla, sin mala intención. Es lo que hice durante todas las noches, no sabía que se iba a enojar tanto. Pero, ¿por qué me amenazó con esa tijera que ahora está clavada en su corazón? Con el vestido de marquesa y la máscara ya soy igual a ella. Oigo el rumor de los aplausos, es algo verdaderamente hermoso. Es hora de salir, de saludar al público. Ellos están allí, gritándome, llamándome “Divina”, “Diosa”. Hago una reverencia, arrojo un beso al aire y los saludo, fatigada y feliz.